martes, 18 de noviembre de 2008

Fecha de caducidad (28-05-08)


En realidad ya intuía que se había acabado, poco después tuve la certeza de que nunca había empezado. Sabía con creces, por mucho que mirase hacia otro lado, que aquellos besos de vino y canela se volvieron perecederos y levemente ácidos demasiado rápido, demasiado pronto. Y él sabía lo que yo sabía, pero los dos callamos hasta que aquellos besos despidieron un fuerte olor a rancio y hubo que tirarlos, sujetos apenas con dos dedos y con asco. Lo malo o quizás lo bueno es que cuando ventilé la habitación y desapareció aquel hedor penetrante, volví a reír por nada, seguí siendo igual de idiota y seguí llenando la cesta de la compra con cosas con la fecha de caducidad demasiado corta.

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