martes, 18 de noviembre de 2008

Elefantes (30-01-08)

Seis hindúes sabios, inclinados al estudio, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto. El primero en llegar junto al elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: «Ya veo, es como una pared». El segundo, palpando el colmillo, gritó: «Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza». El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: «¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente». El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en torno y dijo: «Está claro, el elefante, es como un árbol». El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: «Aún el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico». El sexto, quien tocó la oscilante cola acotó: «El elefante es muy parecido a una soga». Y así, los sabios discutían largo y tendido, cada uno excesivamente terco y violento en su propia opinión y, aunque parcialmente en lo cierto, estaban todos equivocados. "Parábola de los Seis Sabios Ciegos y el Elefante". Hace ya algunos años un gran profesor nos enseñó esta parábola, hoy me he acordado de ella y la he buscado por Internet. Nos empecinamos en defender, aún a costa de no respetar las opiniones de los demás, nuestra pequeña “verdad” sin darnos cuenta que nuestra percepción de las cosas ocupa un campo diminuto y limitado, y en vez de empatizar y por consiguiente enriquecernos de las otras “pequeñas verdades”, nos volvemos tozudos, rabiosos, rencorosos. Nos convertimos en un muro infranqueable en el que no permitimos que entre otra información que no sea la que nos valide o alabe nuestra propia opinión y lanzamos balones al exterior sin criterio, razonamiento y llenos de faltas de respeto e insultos.

No hay comentarios: