lunes, 31 de octubre de 2011

Me miro en el espejo... ¿Y soy feliz?


Nos pasamos la vida sintiéndonos ofendidos por lo que alguien nos dijo, nos hizo o pensó de nosotros pero la mayoría de las veces son nuestras propias expectativas las que nos hieren y las expectativas las creamos con nuestros pensamientos. Si esperábamos que nuestros padres, hijos, hermanos, amigos, pareja nos dieran más amor y no nos lo dieron, no tenemos porqué sentirnos ofendidos, ellos no son culpables de nada, nosotros somos los que nos estamos permitiendo sentirnos víctimas. Son nuestras expectativas sobre lo que ellos debieron hacer con nosotros las que fueron violadas, es nuestro ego el que se siente herido, es nuestra vanidad la que se siente ofendida, es nuestra mente la que nos hace pasar por esas tristezas, por el sencillo placer de desear la dosis diaria de victimismo, esa que nos hace vernos como un ser que nadie quiere, como una persona que se entrega y no recibe nada.. Aparentamos victimismo aún inconscientemente, peleamos migajas de cariño y amor del exterior.

Entiende que nadie te ha ofendido, son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas las que te hieren, estas ideas son producto de una máscara social que has aprendido desde tu infancia de manera inconsciente.

Reconoce que las personas nunca van a permitir ser aprisionadas emocionalmente, sentimentalmente o físicamente. No te desgastes más queriendo forzar las cosas y las situaciones pues sólo te engendras dolor, sufrimiento, stress, depresión.

Sé activo, deja de ser un espectador de tu propia vida en la que los demás toman decisiones por ti y por tanto les haces responsables de las consecuencias. Toma el mando y decide. Reconoce y asume que tú también te equivocas.

No intentes ser o tener lo que crees que los demás esperan que seas o tengas, conócete a ti mismo y no vayas en contra de tus propias verdades.

Deja de revivir el pasado, ya no existe, no volverá. Deja de obsesionarte por el futuro, todavía no ha llegado. Disfruta del presente.

Nunca dejes de cuestionarte, tú no eres el bueno ni los demás los malos. Eso sólo sucede en el pequeño universo de tu propio Ego. Empatiza, ponte en el lugar de los demás.

Deja de percibir a los demás sólo en lo que tengan que ver contigo y en lo que te puedan aportar, es de un egoísmo infinito. Sus vidas se extienden mucho más allá de ti. No tienen como misión principal hacerte sentir mal, tampoco adorarte como a un dios.

Deja a las personas ser, deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su derecho, su responsabilidad. Nadie te pertenece, ACEPTA, ENTIENDE, COMPRENDE y DEJA PARTIR cualquier cosa, situación o acción, nunca te des el permiso de quedarte con ella, sólo cargarás más cosas en tu mochila. Y por favor, no confundas libertad con libertinaje, que tu mente nuevamente no se pase de lista y tu ego no se infle.